Me ha llamado la atención que siempre que se realiza una obra te piden que la expliques; y entre más confusa y retorcida es la explicación más aceptación tiene. A todos los elementos que forman parte de
tu trabajo le buscan y rebuscan un simbolismo que a veces no existe; que si el rojo
significa esto, o que si esa figura, que ante los ojos del pintor no evoca más
que una belleza conceptual y su estado anímico, significa aquello; le buscan los
mensajes subliminales que mejor les convenga; y si el artista se volvió famoso y se murió retozan
de gusto inventando lo que se les ocurre, después de todo no podrá desmentirlos.
¿En qué momento dejamos de disfrutar el arte, para convertirlo
en una mercancía que ni siquiera nos gusta? Hemos pretendido transformarlo en un lenguaje de simbolismos, en un producto del análisis científico y tecnológico; nos empeñamos en enseñarle a la gente que lo que está fuera de
estos parámetros es vano. Los grandes análisis siguen siendo para las élites y para la gente común sólo ha aumentado la brecha, quedado un confuso sinsabor, ya no tienen idea ni de lo que es arte.
Hemos perdido la capacidad de disfrutar una obra por lo que como espectador nos produce. Qué importa lo que quiso decir el artista, lo
que importa es el significado que tiene para uno mismo: ya sea la pintura, la fotografía o la escultura que se pretenda adquirir, los sentimientos que provoca. Cuando entras a tu
casa ¿qué sensación te produce esa obra de arte en el recibidor, o cuando te
levantas y abres los ojos y ves el cuadro que está cerca de tu cama, que es lo
que sientes; te hace pensar en lo bello y positivo que puede ser tu día, te recuerda la deuda social que tienes con el mundo, tiene
los colores que te cargan de energía para continuar con tu existencia, o si eres masoquista y disfrutas la tristeza, te hace por lo menos sentir más miserable cada vez que la ves; cuenta con la aprobación y con los sentimientos que quieres que provoque?
Me gusta leer las entrevistas que les hacen a los artistas, porque dejan claro lo emocional que suelen ser los trabajos, no
todos tienen un propósito o un mensaje, por lo menos no concientemente.
Haciendo estas reflexiones, les dejo un fragmento de una entrevista realizada a
Picasso, cuando la leí me pareció muy interesante.
Entrevista a Pablo Picasso
por Jerome Seckler
publicada en el "New Masses" el 13 de Marzo de
1945
El entrevistador comenzó hablándole de la pintura "EL MARINO", que había tenido
ocasión de admirar en el Salón Liberación. Le dijo que creía que se trataba de
un autorretrato -el traje, la red, la mariposa roja, mostraban a Picasso como
una persona en busca de una solución para su época, intentando hallar un mundo
mejor- y que el uniforme de marinero indicaba su participación activa en el
esfuerzo. Picasso le escuchó con
atención y finalmente respondió:
-Sí, soy yo, pero no pretendía darle ningún significado
político.
Le preguntó por qué se había retratado vestido de marinero.
-Porque siempre llevo una camiseta de marinero. ¿Lo ve? -fue
su respuesta.
Se desabrochó la camisa y tiró de su ropa interior. ¡Era
blanca con rayas azules!.
-¿Y la mariposa roja? -insistió.¿El color no tiene una
intención deliberadamente política?
-No en especial -replicó-. ¡Si es así, será cosa de mi
subconsciente!
-Pero tiene que tener un significado concreto -porfió-, lo
admita o no. Lo que hay en su subconsciente es resultado de su pensamiento
consciente. No es posible escapar de la realidad.
Me observó un instante antes de responder:
-Sí, es posible y normal.
Luego le preguntó si
tenía su consentimiento para escribir un artículo sobre él.
-Sí -contestó-. ¿Para qué publicación?.
Le explicó que era para New Masses. Sonrió y dijo: -Lo
conozco. Lanzó una mirada hacia la puerta abierta. Había varias personas
esperándole -Subamos un momento al estudio- dijo.
Ascendieron por una escalera hasta el estudio principal,
donde en realidad desarrollaba su trabajo. La habitación estaba limpia y
ordenada. No tenía la apariencia polvorienta y caótica del cuarto de abajo.
Le comentó que en Nueva York se había discutido su obra con
frecuencia, especialmente el Guernica (cedido en préstamo al Museo de Arte Moderno
de Nueva York). Le habló de lo que representaban el toro, el caballo, las manos
con las antorchas, etcétera, así como el origen de los símbolos en la mitología
española. Mientras el entrevistador se explayaba, él asentía con la cabeza.
-Sí, el toro ahí representa la brutalidad; el caballo, al
pueblo -confirmó-. En esos casos he recurrido al simbolismo, pero no en los
otros.
También le explicó de su interpretación de dos de los
cuadros de la última exposición. En uno de ellos había un toro, una luz, una
paleta y un libro. El toro, opinaba, no podía ser otra cosa que la imagen del
fascismo; la luz, con su resplandor, la paleta y el libro eran reflejo de las
cosas por las que luchábamos, la cultura y la libertad. La obra mostraba el
feroz enfrentamiento que tenía lugar entre ambos.
-No -respondió Picasso-. El toro no es el fascismo, aunque
sí la brutalidad y la oscuridad.
Apuntó que su trabajo parecía avanzar hacia un simbolismo
transformado, quizá más simple, de más clara comprensión, en su lenguaje propio
y personal.
-Mi trabajo no es simbólico - respondió-. Sólo el Guernica
lo es, pero en ese caso se trata de una alegoría. Por eso recurrí al caballo,
al toro y demás. Esa obra busca la expresión y la solución de un problema, y
ése es el motivo de que emplease el simbolismo. Algunos definen como
"surrealista" mi pintura de un determinado periodo -continuó-. Yo no
soy surrealista. Nunca he estado fuera de la realidad. Siempre he vivido en su
esencia (literalmente, en lo "real de la realidad"). Si alguien
desease expresar la guerra tal vez lo más elegante y literario fuera dibujar un
arco y una flecha, porque es una imagen estéticamente atractiva. ¡Yo, en
cambio, si quisiera representar la guerra emplearía una ametralladora! Ahora es
el momento, en este periodo de cambios y revolución, de pintar de manera
revolucionaria y no como antes.
Había un cuadro con un desnudo y un músico que había estado
colgado en el Salón de Octubre. Se encontraba apoyado contra la pared. Era un
lienzo grande y torcido, de alrededor de 1,5 por 2 metros.
- Ése, por ejemplo -apuntó-. No sé qué quiere decir en
absoluto.
- No es más que un desnudo y un músico -replicó-. Lo pinté
para mí. Cuando uno contempla un desnudo hecho por otra persona, observa que
reproduce las formas de un modo tradicional, y para la gente eso representa un
desnudo. Pero yo lo expreso de manera revolucionaria. En ese cuadro no hay
ningún significado abstracto. Es simplemente un desnudo con un músico.
- ¿Por qué pinta de un modo tan difícil de comprender para
la gente? -le preguntó.
-Pinto así - respondió- porque mi pintura es fruto de mi
pensamiento. He trabajado durante años para obtener este resultado y si diese
un paso atrás (mientras hablaba, retrocedió un paso) sería una ofensa, porque
lo que hago es coherente con mi pensamiento. No puedo emplear recursos
convencionales sólo para darme la satisfación de ser comprendido. No quiero
descender a un nivel inferior. Usted es pintor. Comprende que es prácticamente
imposible explicar por qué hace uno ésto o lo otro. Yo me expreso a través de
la pintura, y no soy capaz de hacerlo mediante palabras. No puedo dar una
explicación del porqué he hecho algo de una determinada manera. En mi caso, si
realizo un boceto de una mesa pequeña (al insante agarró una para ilustrar sus
palabras) percibo cada detalle. Observo su tamaño, su grosor, y lo traduzco a
mi modo.
Indicó con una mano el otro extremo de la habitación, donde
había un gran lienzo que representaba una silla (también había estado expuesto
en el Salón Liberación), y continuó.
Ya ve como lo hago. Resulta divertido, porque la gente
descubre en la pintura cosas que uno no pone en ella. Hace auténtico encaje de
bolsillos. Pero no importa, porque es estimulante que las perciban y la esencia
de lo que puedan haber visto está, de hecho, en el cuadro.
Fuente: ddooss.org
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