miércoles, 3 de abril de 2013

El estilo es un obstáculo para la expresión del artista.


Una vez alguien me preguntó: ¿Tú escribes poemas? Y yo le dije: No, cuando quiero expresar sentimientos a través de la escritura, lo hago en prosa.
Algunas de mis ideas no inician en oscuros bosquejos, ni en cálidos trazos de colores; estas se  escapan y terminan en letras sobre pequeños trozos de papel que después guardo entre mis libros. 
Son detalles, sentimientos, palabras libres de ataduras, no hay versos, no hay rimas; pero aguardan quietas en el  papel, y lo que un día es letra  se puede volver mariposa.

Lo mismo pasa con la pintura, no me gustan las ataduras, no tengo un estilo en particular, sólo tengo un tema que después represento de distintas maneras, y aunque para el “mercado artístico” es muy importante el estilo para así reconocer al artista, para mí es una camisa de fuerza que limita la creación. Cuando un artista se queda en un estilo determinado, deja de seguir experimentando y la obra se vuelve repetitiva, las mismas líneas, los mismos colores, etc.
Quien diría que en una linea de corcheas  pueda estar la  tristeza, o que entre hierros torcidos se  libere la felicidad; y que en  finos trazos de colores  se escondan libros de fantásticas historias. Hay cosas que nos parece tan sencillas, pero  hay todo un proceso para llegar ese resultado.


Toros de Picasso
           



Hace unos días leía una entrevista al artista Bernar Venet y estoy de acuerdo con muchas de sus apreciaciones; entre lo que dijo es que hoy ya no hay una capital del arte, hay una multiplicidad de centros y de periferias: “Ha estallado todo en fragmentos. Él vive el Mediodía de Francia, tiene el taller en Hungría, un ayudante en París, otro en Londres y otro en EE UU. "Es un mundo muy difícil. Es complejo ser artista y poder destacar. Porque hay artistas en todas partes y ya no están reunidos en una capital o en un centro concreto” es lo que manifestaba.
“Me da igual que esté en una cárcel o en cualquier otro sitio, porque mi trabajo surge de un concepto, de una lectura, por ejemplo, que me inspira una idea y la contraria. Esos opuestos son estimulantes. Mi trabajo nace completamente independiente del entorno. Lo que ocurre en política no me afecta”, explicó.

Pero ¿quién es Bernar Venet? Es un artista francés motivado por el concepto; ha esculpido y forjado esculturas, ha pintado y dibujado, ha compuesto poemas y piezas sonoras, ha diseñado muebles y filmado películas. “En los años cincuenta la cuestión era que cada artista tenía que encontrar su estilo. Una vez lo había hecho, los artistas se dedicaban a producir, producir, producir y a ganar dinero. Yo estaba totalmente en contra. El estilo es un obstáculo para la expresión del artista”, afirmó el creador minutos después de recibir  el  IVAM el Premio Julio González.
Escultor de renombre internacional, con obras en 70 museos, como el Moma, el Guggenheim de Nueva York o el Pompidou de París, Venet  ilustró su discurso echando mano de su trayectoria: “Siendo muy joven, publiqué un libro con las páginas en negro, al tiempo que hice una escultura con un montón de carbón, grabé el ruido de una carretilla durante una hora y escribí un poema que era negro, negro, negro. Todo tenía la misma temática, pero en distintas disciplinas. Es decir, no había ni estilo ni composición sino una idea, una matriz conceptual”.
Venet, de 72 años, consideró que “la radicalidad es la cualidad más importante en los artistas”. “Es indispensable. Puede haber alguien que pinte y será un pintor; alguien que haga escultura y será un escultor, pero no es suficiente, para que haya un artista debe cuestionar el propio arte”, agregó.




Escultura de Bernard Venet.

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