domingo, 24 de febrero de 2013

Antecedentes Históricos: Arte Japonés.


Debo de confesar que soy una admiradora del arte oriental; en especial del japonés.
Como nada es por casualidad decidí hablarles de este tema debido a dos acontecimientos: el primero, es que unos amigos que residen  en España me han regalado un “kakemonos” (tetejicu  importado del Japón)  con el cual he quedado encantada; y lo segundo  es que estoy en un taller de grabado con unos amigos pintores,  y aproveché la ocasión para indagar  un poco más de esta cultura y sus técnicas tan fascinantes, para compartirlo estructuré hablar sobre el tema en cuatro entradas:
  1.       Antecedentes  Históricos.
  2.       El grabado japonés.
  3.       Pintura Japonesa
  4.       El Japonismo.

ANTECEDENTES HISTÓRICOS: ARTE JAPONÉS
La cultura de Japón es el resultado de un proceso histórico que comienza con las olas inmigratorias originarias del continente de Asia y de las islas del Océano Pacífico, seguido por una fuerte influencia cultural proveniente de China y, posteriormente, un largo período de aislamiento con el resto del mundo (sakoku) de parte del shogunato Tokugawa hasta el comienzo de la Era Meiji, a finales del siglo XIX, en donde recibe una inmensa influencia extranjera y que se acrecienta después del final de la Segunda Guerra Mundial. Esto dio como resultado una cultura distinta a otras culturas asiáticas.

El sintoísmo, surgido en el período Yayoi, a partir de creencias animistas y chamánicas, es una religión de carácter politeísta con dioses o espíritus (Kami) que personifican elementos de la naturaleza:  montañas, ríos, fenómenos naturales…  se rinde culto a los antepasados y a hombres notables que pueden llegar a ser kami.
También se asimiló en Japón el budismo, aunque ello provocó inicialmente un periodo de cruentas luchas pues muchos veían en esta nueva religión el fin del sintoísmo. Pronto se vio que no era así, que no interfería con los rituales sintoístas.

La introducción del budismo fue un hecho de capital importancia en Japón pues supuso la introducción desde China de la escritura, desconocida hasta entonces en este país. Al mismo tiempo que la filosofía, llegaron las formas artísticas que comporta la celebración de los rituales budistas, que también vinieron desde China, una cultura muy refinada y muy superior por entonces, siglo VI, a la japonesa. Se inicia así un periodo de gran florecimiento del arte pues se edifican templos, se erigen estatuas y se necesitan un sinfín de complementos para realizar el culto.
La cultura China llegó a Japón por primera vez, a través de Corea, donde la influencia China ya era perceptible en los siglos VI y III a de C. es así que Japón vive una dependencia absoluta de la cultura Chin, que poco a poco va reinterpretando y nacionalizando, hasta el siglo XII, momento en el que ya se puede hablar de una cultura propia.

Sin embargo no es hasta el siglo X cuando se desarrolla el Hiragana, un silabario adaptado a los sonidos japoneses y por tanto una caligrafía propia. Hasta ese momento se utilizaba la caligrafía china.

Durante el siglo XIII, China bajo la dominación de los mongoles, intenta invadir Japón en dos ocasiones. Estos intentos de invasión de las islas provocaron una militarización de la sociedad y suponen el ascenso de la clase guerrera: los samurais. Se producen luchas entre los clanes de samurais , creando una situación de inseguridad que hace que la población civil se instale alrededor de las fortalezas de los señores, buscando su protección potenciándose así el desarrollo de las ciudades.

Durante este siglo se difunden por Japón las enseñanzas de la secta budista Zen, que propugnaba una nueva vía hacia la iluminación, alejada de dogmas y folclores rituales, centrada en la contemplación como único medio para conseguir el estadio nihilista. Esta filosofía no conoce dios ni culto, ni se puede transmitir con palabras, sólo sugerir mediante símbolos que conducen a ese estado. De ahí deriva la unidad entre contemplación, intuición, poesía y estética, que se manifestará en la ceremonia del té (Chanoyu), el arreglo floral (Ikebana), la arquería (Kendo), los Haikurus (poemas de diecisiete sílabas), la caligrafía y la pintura.
Las luchas civiles continúan hasta el siglo XVI en que se inicia un nuevo orden, prevaleciendo una alianza entre tres clanes que logran la reunificación del país imponiendo un rígido control del poder central mediante el establecimiento de un sistema burocrático muy rígido que controlaba casi todos los aspectos de la vida. Este periodo se conoce como la época MOMOYAMA, en la que la capital estaba en Kyoto. La escuela KANO y la escuela TOSA serán las que decorarán los castillos feudales del periodo MOMOYAMA, caracterizándose por un estilo decorativo y colorista y por la representación de escenas de la historia japonesa.

En los primeros años del siglo XVII la capital se traslada a Edo, la actual Tokio, con motivo del nombramiento de un nuevo SHOGUN (generalísimo) Tokuawa Ieasu, con lo que se inicia el periodo EDO. Bajo su mandato se prohibe todo contacto con el exterior, se expulsa los extranjeros, se prohibe el cristianismo e incluso se llegó prohibir la vuelta a Japón de los ciudadanos japoneses que se encontraban en el extranjero.

Este aislacionismo se debía al miedo que la clase dominante tenía a que las nuevas formas de pensamiento que traían los occidentales amenazasen la estabilidad social y los privilegios de que gozaban. Los Tokugawa adoptaron el confucionismo como base ideológica, con lo que la estructura social tiene una rígida jerarquización, en cuya cúspide se encontraba, teóricamente, el emperador, aunque el poder absoluto lo ejercían los Tokugawa. Sin embargo, en este periodo se inicia una cultura eminentemente urbana en la que el peso de las religiones, aunque está todavía presente, se diluye ante otros factores económicos y sociales.

En este periodo las escuelas TOSA y CANO se siguen desarrollando al servicio de la aristocracia, convirtiéndose en un arte decorativista y oficial sin nada nuevo que aportar. Como reacción a este academicismo y en consonancia con el florecimiento de una clase media formada por artesanos y comerciantes, surgen diferentes escuelas alejadas de la rigidez cortesana, que tendrá gran éxito, y que significarán el triunfo de la cultura urbana y de la que sería su máxima expresión: los grabados UKIYO-E.


El periodo EDO se extenderá hasta 1868, año en el que se produce la restauración del poder imperial con la reforma MEIJI, que supuso el paso a una monarquía parlamentaria y el fin del aislamiento.





















La apertura de Japón permitió el inicio de la influencia de la estética japonesa en Europa que afectó a todos los campos de la artesanía y el diseño, impulsó nuevas tendencias constructivas e irrumpió como una revelación en la pintura moderna, influyendo de forma muy evidente en pintores como Edouard Manet, Edgar Degás, Van Gogh, Paul Gauguin, Henri Toulouse-Lautrec, etcétera
Fue cuando los artistas japoneses se arriesgaron a aplicar los métodos occidentales a temas nuevos, esa apertura trajo consigo que las técnicas de la fotografía y de la impresión occidental se adoptaran con entusiasmo, lo que llevaría al ocaso del arte UKIYO- E.

    Características principales del arte japonés:
  1. Simplicidad de sus formas.
  2. El elemento ornamental o decorativo desaparece.
  3. La pobreza de los medios y de la materia, el wabi japonés
  4. Se trata de un arte austero.



Bibliografía:
·        Historia del Arte Gombrich.
·        Historia Universal, editorial Sol.
·        Historia Universal, editorial Océano.
·        Webs: Wikipedia, Rincón del vago.

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